princesa cyborg

todxs mueren

Nunca hubieran sido capaces de imaginar lo que ocurría bajo esa tensa tranquilidad que, aunque les perturbaba, eran incapaces de descifrar.

Ella tampoco sabía si era capaz, pero pensaba en ello constantemente Les imaginaba muriendo. Matándoles.

Todas las noches se veía subiendo sigilosa la escalera y parándose a los pies de la cama, observándoles indefensos en el vacío de la consciencia. La única circunstancia en la que su frágil cuerpo infantil tendría posibilidad de actuar. Imaginaba despertarles para que se miraran a los ojos antes clavarles el metal en el cuello y presenciar atenta como se derramaba sobre el colchón colmado de sangre como una esponja. Siempre se preguntaba, sería la cantidad de sangre de un cuerpo tan inmensa que traspasaría el colchón? se volvería un charco en expansión como los que veía en las películas, un aura que se abría paso por debajo de los cuerpos anunciando su muerte?

Quería que la vieran a los ojos y presenciaran el horror que habían engendrado, sabía que morir sumido en el pánico y la confusión era una condena eterna. Se deleitaba en la fantasía de imaginar las emociones de esa última mirada que se desvanecía, detrás del horror se escondía una profunda tristeza y la decepción de un amor puro que se astillaba para desangrarte.

Casi con la misma frecuencia se imaginaba matándose ella misma, planeaba distintas formas de hacerlo y les veía encontrándola muerta en distintos lugares de la casa, cada escenario teñido con el uso de los años, cada escena tomando los momentos compartidos en rutina y evidenciando su insoportable monotonía.

La habitación con su muerte tallada en los muros con la desesperación de un testimonio dejado con lo que hubiera a la mano; una cena de domingo en silencio mientras su cuerpo se balanceaba de la viga del techo que se sostenía encima de la mesa del comedor; una rápida ducha de mañana con el agua mezclándose con su sangre y evaporándola para condensarse en el espejo, los contornos de sangre coagulada marcados en la loza de la tina; o simplemente su cuerpo derrumbado e interte acechando inmóvil cualquier rincón , cualquier mirada de reojo o reflejo en ventanales y espejos. Los ojos fuera de órbita y el cuello moreteado; la piel como un trapo dejado al sol y las muñecas derramándose sobre las alfombras;

O tal vez solo ella, llevando la muerte como sentía siempre haberla llevado, en una mirada o en un gesto, por siempre presente en sus vidas, la suya apagándose en el olvido.

Pero eran dos fantasías herméticamente separadas, dos corrientes de agua que no podían cruzarse. Si bien una engendraba a la otra en un ciclo mutable y recíproco, de mezclarse los relatos -a su parecer- todo se habría desfigurado en un patetismo insoportable.

Si había de matar, deseaba vivir para experimentar el horror que se propagaría a su al rededor. Ver en los ojos de la gente emerger su verdadera naturaleza, ser testigo de la transfiguración de la muerte frente a ella. Sabía lo que pensaban de ella, sabía que solo necesitaban una excusa para condenarla. Y se las daría.

Y si había de morir, pretendía dejar la mayor cantidad de gente atrás sufriendo por su muerte. Además, si moría, todo el mundo desaparecería con ella igualmente.

#suicidio #autolesión #parricidio

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